El Paso Oscuro de Medios como El País tras la Decisión de la Agencia de Protección de Datos. En este fascinante episodio de la era digital, donde la privacidad es un lujo y la ética un concepto opcional, nos encontramos con el sorprendente giro de El País y otros medios frente a la noble decisión de la Agencia de Protección de Datos.
Oh, qué emocionante es descubrir cómo algunos titanes de la información han abrazado con tanto entusiasmo la misión de proteger nuestros datos... ¡o quizás no tanto!
Resulta que la Agencia de Protección de Datos, cual caballero de brillante armadura, dio un plazo hasta el 11 de enero de 2024 para que los medios limpiaran sus actos en cuanto a los molestos avisos de cookies. ¿Y cómo reaccionaron estos defensores de la información? ¡Con una jugada maestra de doble filo!
Ahora, queridos lectores, si desean leer noticias sin tener cookies husmeando en sus dispositivos, ¡prepárense para abrir sus billeteras! El País y compañía han decidido que la privacidad es un privilegio que merece ser recompensado con una membresía de pago. ¿Quién podría resistirse a tal generosidad?
Por supuesto, esto no es todo. Si no están dispuestos a soltar unos euros, se les ofrece una segunda opción igualmente tentadora: aceptar un bombardeo de hasta 628 cookies asociadas. ¡Ah, la elección es tan difícil como decidir qué película ver en un sábado por la noche!
Pero espere, hay más. Antes de que la Agencia de Protección de Datos irrumpiera en la fiesta, estos medios, incluido El País, nos deleitaban con avisos de cookies tan transparentes como una pared de ladrillos. Y sí, queridos amigos, durante meses estuve alzando la voz, denunciando estas tácticas cuestionables. ¿Se preguntan si alguien escuchó mis gritos en el vasto vacío digital? Bueno, parece que no lo suficiente.
La agencia, en un acto de benevolencia, permitió temporalmente un aviso de cookies ilegal, lo que abrió la puerta para que estos medios continuaran con sus artimañas. Mis esfuerzos de denuncia parecen haber sido el preludio de una tragicomedia digital, donde la privacidad se vende al mejor postor mientras se finge ser el campeón de la integridad.
En resumen, aplaudimos la audacia de estos medios, que, mientras se disfrazan de defensores de la información y la privacidad, no dudan en jugar con los datos de sus propios lectores. En este teatro digital, la ironía es el telón de fondo, y la denuncia es la banda sonora que nos recuerda que, en esta comedia de la privacidad, el espectador rara vez tiene el papel principal. ¡Bravo, El País, bravo!
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